En El Camino -- Jack Kerouac 1957
En El Camino es
un largo viaje por las mentes insanas de una generación. La novela
autobiográfica del escritor norteamericano Jack Kerouac narra la vida de la
noche americana repleta de energía.
Sus anotaciones
durante diferentes ciclos de su viaje de un extremo a otro atravesando los
Estados Unidos y una visita a México hicieron que el relato de sus experiencias
guardadas en detalles que fácilmente podrían ser olvidados en un periodo de 3
años, entre 1947 y 1950. Kerouac escribió lo que es considerado el marco de la ‘Generación
Beat’, donde destacó las relaciones entre los miembros del movimiento literario
cuando eran amigos y todavía no tenían el
reconocimiento como escritores.
La obra fue escrita en un periodo de 3 semanas
intensas, donde la única preocupación del autor fue su creación. Para esto, el
método de narrativa usado fue lo que es conocido como Monólogo interior o su
equivalente en inglés “Stream of Consciousness”; que consiste en escribir lo
que pasa por la mente mientras las manos trabajan. El trabajo final fue un
largo rollo de papel escrito a máquina y con poca edición; aunque para
publicar, tuvo que censurar gran parte de la obra, incluyendo los nombres de
los protagonistas.
En la versión original, así llamada, la cual
tratamos en esta reseña, cita los personajes con los sus nombres verdaderos,
como los célebres autores Neal S. Burroughs, Allen Ginsberg aunque en el caso
de Neal Cassady, que no es escritor, pero sí amigo de todos, un entusiasta
bipolar, ladrón de autos, es el que se convierte en el gran compañero de viaje.
A través de los radiantes ojos de Cassady,
sentimos al mismo tiempo el reflejo de quien ve todo vibrar y siente todos los
misterios de la humanidad. Son constantes deseos que todos nosotros tenemos; de
saber lo que los ojos del otro ven o ya han visto. La búsqueda de amor, amigos,
aceptación y sentido está en todos los involucrados en un viaje a dedo, y en cada
trabajo en el sueño americano.
Leer el libro es un camino largo, contando sus
320 páginas, pero la lectura es agradable como una caminata acompañada de un
bello pasaje. Kerouac pinta en palabras el campo y la ciudad, el fuerte sol de
mediodía y el crepúsculo, el cuerpo y el alma. Uno se conoce a la medida que el
autor se conoce. La búsqueda está tanto del otro lado, como en lado de adentro.
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