Catorce autores aspiran al máximo galardón de las letras locales, que este año debería reconocer a un poeta. A fin de mes se cierran las postulaciones, mientras aún se arman campañas y se discute un premio que para muchos es sinónimo de jubilación.
Solo una postulación había recibido el Mineduc, hasta el pasado martes, para el Premio Nacional de Literatura 2016. El dossier estaba firmado por un grupo de trabajadores de la Biblioteca Nacional, quienes creen que Thomas Harris debe obtener el máximo galardón de las letras locales, que como regla implícita, alterna cada dos años a un poeta con un narrador. El último en obtener el Nacional fue el novelista Antonio Skármeta, en 2014.
Pero Skármeta no corrió solo. Hace dos años ocurrió una efervescencia social poco habitual en el mundo de las letras cuando se realizó la campaña del escritor Pedro Lemebel. En las calles de la capital se podían ver rayados apoyando su candidatura. Hoy, quienes estuvieron tras esa gestión, quieren que Claudio Bertoni (70) sea el nuevo Premio Nacional.
“Sería algo maravilloso, te fijái, son lucas que hacen falta”, dice Bertoni, quien el año pasado publicó Antología, por el sello Lumen, donde se reúnen 40 años de trabajo literario. “Su poesía corresponde a un proyecto enorme y convoca varias tradiciones mientras se pregunta cómo abordar la experiencia y el lenguaje, interrogándose por límites entre escritura y biografía, literatura y arte”, dice Alvaro Bisama, director de la Escuela de Literatura de la UDP, que postulará al autor de Sentado en la cuneta junto a Galería D21 y librería Metales Pesados.
“Ya estamos recibiendo las cartas de apoyo de sus pares. La idea es que otros autores lo premien como también sus lectores”, dice el poeta y librero Sergio Parra. “Bertoni se conecta con los jóvenes, ahora que los índices de lectura han bajado, es un poeta que logra formar nuevos lectores”, comenta, y agrega que le gustaría que la gente se movilizara por Bertoni como ocurrió con Lemebel en 2014. “Creo que su poesía toca la fibra social con una belleza pop”, señala el editor Matías Rivas, quien de Bertoni ha publicado su poemario Adiós, y parte de sus diarios en Rápido, antes de llorar.
Bertoni será uno de los 14 poetas que serán candidatos este año, en un país que tiene dos Premios Nobel, pero que desde el regreso de la democracia ha distinguido solo a seis poetas con el Nacional de Literatura. El primero fue Gonzalo Rojas en 1992. El último: Oscar Hahn en 2012. Hasta el 30 de junio, el Mineduc recibirá las postulaciones de los candidatos. Mientras, se reúnen firmas, se buscan respaldos de instituciones culturales, en una carrera que para muchos es penosa, sinónimo de una jubilación “que se consigue con influencias”, como señala el poeta José Angel Cuevas (72), cuya candidatura es promovida por un grupo de académicos de la U. Arcis.
El miércoles pasado, el poeta Thomas Harris (60) se presentó en la Facultad de Letras de la UC, donde habló de la generación de los 80, la neovanguardia. Tras leer algunos poemas recién publicados en el libro La forma de los muros, dijo a este diario: “Me enorgullece que me hayan postulado. Y espero no se premie a una poesía neoclásica, repetida, que está casi petrificada como la de Pedro Lastra”, señaló Harris sobre el candidato favorito de parte de la academia.
Hace dos semanas, y como un lanzamiento de su candidatura, en el Centro Cultural GAM, Pedro Lastra (84) presentó Poesía completa, acompañado del autor peruano Carlos Germán Belli. El ejemplar venía saliendo de imprenta publicado por la editorial de la U. de Valparaíso, casa de estudio que enviará la postulación de Lastra al Mineduc, y que igualmente apoyará la candidatura de Floridor Pérez (78).
“Lastra es más bien recordado por el libro de conversaciones con Enrique Lihn que por sus poemas”, concuerda un grupo de jóvenes el día que Harris se presentó en la UC, donde Lastra -ex profesor en Nueva York- está a cargo de la revista Anales de Literatura Chilena. “¿Qué se premia? Se debe premiar una obra”, remarca María Inés Zaldívar, poeta y profesora de literatura. “Son importantes las razones humanitarias, pero no se puede apelar a este argumento”, agrega y se refiere a la periodicidad del premio. “Entregarlo a un género, como poesía, cada cuatro años, es un absurdo. Quizá bianual es una opción, porque de pronto cada cuatro años algo explota y se genera la competencia”, señala sobre el galardón que entrega $18 millones, además de una pensión vitalicia de $900 mil mensuales.
Vacante pública
“Si me lo dan sería la mujer más feliz de Chile”, dice al teléfono Delia Domínguez (84), quien es apoyada por la U. de Los Lagos. “Ya es la tercera vez que me postulan”, agrega la autora de la antología El sol mira para atrás. “Si me dieran el premio podría seguir escribiendo con tranquilidad. Acabo de jubilar con $ 200 mil al mes”, dice Teresa Calderón (61), autora de una poesía confesional, cuya candidatura es respaldada por cuatro instituciones culturales de La Serena.
Dos mujeres más están en la competencia al Nacional: Carmen Berenguer (70), apoyada por editorial Mago y la U. Central, y Elvira Hernández (65), cuya campaña se levantó en Facebook. “Creo que el Premio Nacional este año debiera derribar la farándula literaria y los cuoteos de todo tipo, señalando la poderosa y casi secreta obra de Elvira Hernández, una poeta sólida y perdurable”, opina el poeta Jaime Luis Huenún sobre la autora de La bandera de Chile, título que acaba de traducirse al italiano por el sello Novita Edicola.
Desde el sur llegarán varias postulaciones. Elicura Chihuailaf (64) tiene el apoyo de la U. de La Frontera y del premio Nacional de 2000, el poeta Raúl Zurita. “En este momento ciego de nuestro país, donde la incancelada violencia ejercida sobre la Araucanía no ha hecho sino crecer, otorgarle el Premio Nacional a Chihuailaf significa no solo el reconocimiento a un gran poeta, sino a un pueblo”, señala la carta que el autor de La vida nueva envió a la ministra Adriana Delpiano. Mientras, Omar Lara (75), quien acaba de recibir el Premio Nacional Jorge Teillier, cuenta con el respaldo de la U. de Concepión y la Corporacion cultural Artistas del Acero.
“Estamos apoyando la postulación de Manuel Silva Acevedo, Chihuailaf y David Rosenmann-Taub (89)”, dice Paulo Slachevsky, director de Lom, sello que ha publicado a la mayoría de los actuales candidatos. “Premiar cada cuatro años, termina instalando una gran injusticia, dejando obras significativas sin su merecido reconocimiento”, dice. “Es fácil poner las fotos de los poetas y escritores muertos como imagen país sin hacerse parte de las condiciones de creación”, agrega.
Silva Acevedo (74), quien también es respaldado por la editorial del Fondo de Cultura Económica, que publicó la antología Suma alzada, también discrepa de la forma de engrega del premio, “que obliga a entrar en la lógica de un concurso para llenar una vacante en la administración pública y obtener una pensión de gracia”, opina el autor de Lobos y ovejas.
“¿En serio se habla de mí?”, dice incrédulo José Ángel Cuevas, cuya poesía es una larga crónica de los 80, y que luego recoge la molestia social postdictadura, en títulos como Canciones rock para chilenos y Proyecto de país. “Habrá que ponerse a la fila otra vez”, señala por su parte Hernán Miranda (75), apoyado por Ediciones Tácitas y el Círculo de Periodistas de Santiago. El creador de poemarios como Arte de Vaticinar y De este anodino tiempo diurno, elogiado desde Ignacio Valente a Nicanor Parra, acaso deberá esperar. Ponerse a la fila de la poesía chilena.
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